Decir escalera es hablar de arquitectura. Aunque es cierto que elementos como la cubierta también son importantes, la cubierta cumple principalmente una función de protección para personas, animales o vehículos, por lo que se considera más un elemento constructivo o un componente que satisface una necesidad básica. En cambio, la escalera, en muchos casos, aparece una vez que estas necesidades ya están cubiertas.
La escalera fue concebida pensando en las personas y es, en muchos sentidos, un elemento profundamente humano. La escalera es, de alguna manera, la arquitectura en su estado más elemental, casi como la expresión de la base sobre la que se asienta un edificio.
El libro de María Carreiro recopila una diversa colección de edificios, centrándose en la escalera como elemento central. Esta colección nos lleva a una primera observación: los arquitectos estamos acostumbrados tanto o más a leer planos que a dibujarlos; las escaleras, representadas gráficamente como una sucesión de líneas paralelas que representan los peldaños, son la clave esencial para interpretar la planta de un edificio. Mientras que las habitaciones en la planta pueden variar en tamaño o las ventanas en anchura, las escaleras, diseñadas para adaptarse a nuestros pasos humanos, son muy similares entre sí, y si una es más larga que otra, es porque debe superar una mayor altura. Así, la escalera se convierte en el primer elemento que permite traducir y comparar estos planos que son como textos arquitectónicos.
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