En tan solo 48 horas, un pequeño cachorro hallado en Siberia se convirtió en el foco de atención para decenas de paleontólogos de todo el mundo. Lo que más sorprende es su excelente estado de conservación, tan bueno que parece haber muerto recientemente, aunque la datación indica que falleció hace 18.000 años. La gran incógnita radica en si este animal es un perro, un lobo, o una mezcla de ambos, debido a la época en que vivió. “Lo que sabemos es que era un cachorro, creemos que tenía solo unas semanas de vida cuando murió”, señaló David Stanton, especialista del Centro Sueco de Paleogenómica (CPG), en una entrevista con el medio español Vozpópuli.
Stanton realizó un análisis preliminar del genoma del cachorro, cuyos resultados completos se esperan a principios del próximo año. Hasta el momento, ha podido determinar que se trata de un macho y que su muerte no fue traumática. “Estamos tratando de descubrir si es un perro, un lobo, o un ancestro común de ambos”, explicó.
El especialista también destacó la dificultad de identificarlo: “Si fuera un lobo moderno, sería sencillo, pero el cachorro proviene de una población que vivió en un periodo en el que los perros y los lobos eran muy parecidos, lo que hace más complicado determinarlo por ahora”. Este ejemplar fue hallado en el verano de 2018 cerca del río Indigirka, en la región de Yakutia, por el equipo de Sergey Fedorov del Instituto de Ecología Aplicada del Norte, y fue bautizado como “Dogor”, que en ruso significa “amigo”.
“Nos interesa mucho saber si es un perro o un lobo, ya que en esa época ocurrió un cambio evolutivo importante en la domesticación de estos animales”, comentó Stanton. Los resultados preliminares no han sido concluyentes, y Stanton advierte que, incluso cuando se complete el análisis genético, podría seguir siendo difícil determinarlo. “Es posible que durante esa etapa de domesticación no existieran claras diferencias entre las especies”, añadió.
Sobre la posibilidad de identificarlo por sus características físicas, Stanton se muestra escéptico. “Es aún más complicado hacerlo mediante el análisis anatómico, ya que se trata de un cachorro y no tenemos con qué compararlo”. En su opinión, la genética ofrece la mejor oportunidad para resolver este enigma.