El acto de acostarse para dormir es un momento de bienestar que, para la gran mayoría de las personas, constituye uno de los momentos más apacibles del día. Es el instante en el que finalmente podemos liberarnos de las tensiones diarias y permitir que la mente y el cuerpo se relajen por completo. No obstante, este plácido proceso puede verse afectado por diversas circunstancias, lo que a menudo resulta en un sueño inquieto o, en casos más graves, en la temida aparición del insomnio. Estos problemas de sueño, si persisten a lo largo del tiempo, pueden desencadenar efectos perjudiciales para nuestro bienestar general.
Uno de los trastornos del sueño más comunes y perturbadores es lo que se conoce como la "parálisis del sueño", a menudo denominada de manera más coloquial como el "ascenso de los muertos". En momentos de parálisis del sueño, nos encontramos en la desconcertante situación de sentirnos plenamente despiertos, pero nos hallamos imposibilitados de mover ni un solo músculo de nuestro cuerpo. Esta experiencia puede suscitar un abrumador sentimiento de temor y pánico.
Agravando aún más esta situación, nos vemos atrapados en un estado de ensoñación, donde nuestra mente tiende a crear alucinaciones, las cuales, en la mayoría de los casos, adoptan una naturaleza malévola o aterradora. Estas alucinaciones pueden manifestarse de diversas maneras, ya sea a través de percepciones visuales, auditivas o sensoriales, es decir, que somos propensos a presenciar cosas que no están presentes, escuchar sonidos inexistente, o sentir la presión de una presencia invisible. Es esta amalgama de sensaciones y visiones la que ha engendrado el sobrenombre de "el ascenso de los muertos" para este peculiar fenómeno.
A pesar de que muchas personas han tendido a atribuir un carácter sobrenatural a la parálisis del sueño, aludiendo a que estas experiencias son provocadas por fuerzas malignas o entidades paranormales, la realidad ofrece una explicación mucho más razonable. Este trastorno se origina debido a una disincronía en el funcionamiento de nuestro cerebro durante el sueño. Durante esta etapa, una parte de nuestro cerebro se activa como si estuviéramos completamente despiertos, mientras que la parte encargada de mantener nuestro cuerpo en un estado de inmovilidad propio del sueño no entra en acción. Esta discrepancia entre la mente despierta y el cuerpo inmóvil resulta en la parálisis y la angustia que caracteriza a esta experiencia.
El proceso de generación de alucinaciones durante la parálisis del sueño, aunque fugaz, puede durar desde unos pocos segundos hasta varios minutos, lo que contribuye a la sensación de pesadilla que la persona afectada experimenta. Es importante destacar que, si bien este fenómeno puede ser extremadamente inquietante, no está relacionado con lo paranormal ni con actividades malévolas. En lugar de ello, es una manifestación de la complejidad de nuestro sistema de sueño y las peculiaridades de nuestro cerebro durante esta fase crucial del descanso nocturno.